ALPHONSE BERTILLON: EL PRECURSOR DE LA IDENTIFICACIÓN ANTROPOMÉTRICA
Alphonse Bertillon nació en París (Francia) en el año 1953. Su padre, Louis-Adolphe Bertillon, tenía formación en Medicina, Antropología y Estadística, lo cual repercutirá en la vida de sus hijos. Alphonse, tras una pequeña estancia en Escocia, se asentó en Francia al servicio de la policía parisina pasando su nombre a la historia como el de un ilustre criminólogo.
Sin ninguna duda, si por algo se caracterizó el siglo XX fue por la importante evolución que la sociedad experimentó de la mano de los grandes progresos científicos. La Criminología, como ciencia, no vivió ajena a estos avances, siendo algunos parte importante en su evolución histórica. La Criminología traía ya una incesante preocupación por la de identificación de los delincuentes, entendida como la capacidad de relacionar o atribuir un rasgo o conjunto de estos a un individuo concreto con un elevado grado de certeza –con fiabilidad-, y en esta tarea no se puede pasar por alto la importancia que tuvo el Sistema Antropométrico de Bertillon. Desde los orígenes, la Criminología ha mantenido una estrecha relación con el mundo de la Antropología, inicialmente denominada Antropometría.
La rama de esta ciencia relacionada con el mundo del crimen vertía sus energías en lograr una correlación entre la medida de ciertas características corporales y la propia delincuencia, de forma similar a lo pretendido por Lombroso con los rasgos faciales. Sin embargo, el personaje protagonista de esta entrada, Alphonse Bertillon, lo que confeccionó fue un estructurado sistema de mediciones corporales que, acompañadas de la reseña fotográfica y el retrato hablado, servirían para filiar a un individuo con su identidad. De este modo se conseguiría evitar que muchos criminales escaparan del antiguo sistema de Justicia. Por lo tanto, el bertillonage -nombre que recibe el sistema de prácticas de Bertillon- se enmarco históricamente dentro de la Criminalística a pesar de que, de algún modo, ofrece una versión con la que intenta explicar el acto criminal que lo incrustaría más genéricamente en la Criminología.
Podría definirse el bertillonage como el método antropométrico que tenía como finalidad identificar a los delincuentes para evitar que estos pudieran evadir a la Justicia. Como anteriormente he mencionado, la puesta en práctica de este método iniciado en 1883, en el propio país galo, consistía en tomar ciertas medidas corporales y acompañarlas de una foto frontal y de perfil, además de un retrato hablado.
Actualmente, nos referimos de forma vulgar a que un sujeto esta “fichado” cuando ha pasado por el Sistema de Justicia (ha sido detenido) y, en consecuencia, se le ha realizado la correspondiente reseña dactilar (huellas de las falanges distales de los diez dedos de la mano, las palmares y el canto de escritor) y la fotográfica (toma de frente, del perfil derecho y el semi-perfil izquierdo). Entonces, se podría afirmar que las prácticas iniciadas por Bertillon son las precursoras de las presentes reseñas de detenidos. Sin embargo, aunque en nuestros días no se emplee el Sistema Antropométrico de Bertillon para identificar o registrar a los criminales, por el contrario, si se utilizan los conocimientos de Antropometría en la Criminalística para la identificación de cadáveres esqueletizados o en avanzado estado de descomposición, refiriéndonos generalmente a ella como antropología forense.
Entrando nuevamente en el análisis del Sistema Antropométrico de Bertillon, entre las medidas registradas por la policía se encontraban las siguientes
- Altura.
- Estiramiento.
- Busto.
- Longitud de la cabeza.
- Anchura de la cabeza.
- Longitud del oído derecho.
- Longitud del pie izquierdo.
- Longitud del dedo medio izquierdo.
- Longitud del codo izquierdo.
- Anchura de mejillas.
Como aclaración, cabe puntualizar que con “estiramiento” se refiere a la distancia desde el hombro izquierdo hasta el dedo medio del brazo derecho, con este último elevado formando un ángulo de 90o con el costado. Por otra parte, con “busto” recoge la medida tomada con la persona sentada, anotando la longitud del torso de la cabeza al asiento. Para estas, algunas complicadas, mediciones se empleaban distintos útiles y artilugios diseñados expresamente para ello.
La ficha se completaba con la reseña fotográfica compuesta por una fotografía frontal y otra del perfil derecho del delincuente. En la actualidad, a estas se le une la del semi-perfil izquierdo.
Finalmente, el retrato hablado era una narración en la que se anotaban señales o marcas peculiares que el criminal pudiera tener, tales como tatuajes, lunares, manchas de nacimiento, amputaciones, etc.
El conjunto de las tres partes anteriormente citadas constituía la ficha identificativa del detenido. Posteriormente estas técnicas fueron progresivamente sustituidas por la dactiloscopia -que será objeto de futuras entradas del blog- poniéndose en uso en 1897 en Bengala (India). Francia, en principio, fue poco receptiva a la sustitución del Sistema Antropométrico, cuyo precursor había sido un compatriota, dirigiendo duras críticas hacia la identificación por huellas dactilares. Sin embargo, ante la evidencia de la mayor simplicidad y efectividad de la dactiloscopia, ésta se terminó extendiendo entre las distintas policías ocupando, aún en estos días en que el ADN parece el método más fiable a la vez costoso, un lugar privilegiado en la identificación de personas, tanto relacionadas con la criminalidad como víctimas de catástrofes, etc.
El esfuerzo que Alphonse Bertillon dedicó a su investigación en el campo de la Antropometría lo cegó y no le permitió observar otros métodos como el de identificación dactilar. Por ello, me parece curioso terminar este texto con una cita del propio autor acerca de la observación.
“Se puede ver sólo lo que se observa y se observa sólo lo que ya está en la mente”
Alphonse Bertillon